En ocasiones las palabras juegan con tu lengua, y tus labios al final te engañan y acabas igual que el principio, con el dolor bajo esa palabra, ¡palabras mudas!
Igual que el llorar, desconozco mis lágrimas sobre mi cara, anhelo su humedad. Mis ojos se nublan, pero finalmente callan y dejo el dolor en mi mudez, ¡palabras mudas!
La humedad del llorar se enfría en mi cuerpo, en cristales de hielo se convierten en mi cabeza y como cuchillas caen a mi interior, y callo, ¡palabras mudas!
Bajo estas líneas el llorar tiene su sentido: El agua de las lágrimas forma estas palabras bajo una hoja en blanco, un corazón en blanco.
Pero aún así, estas palabras quedarán en mi silencio del llorar, seguirán siendo palabras mudas.
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