miércoles, 24 de marzo de 2010

die Schraubenlinie

Hoy me miro al espejo,
pero, ¿qué puedo ver?
No se ve nada,
no hay esencia ni ser.

Una profunda herida
se transforma en una espiral.
Vueltas y vueltas
hacia abajo nada más.

El espejo está roto,
sus pedazos por los suelos
y me arrastro allí
para lamer de ellos.

El corte es profundo,
la sangre brota por mi paladar.
Tinta roja derramada
en la mirada de un cristal.

La habitación se vuelve grande
y yo me vuelvo pequeño.
La oscuridad crece
y en la espiral cae mi cuerpo.

Mientras caigo
me hago heridas
en mi mente,
pero sigue viva
y conoce el dolor
como el primer día.

Y los cristales
muestran figuras
que con mi sangre
hacen pinturas
en mi mente
dibujando la locura.

La espiral continúa
y no sé donde está el final
no sé si lo tiene,
sólo sangro y caigo sin parar,
sangro y caigo,
sangro y caigo,
sangro y caigo,
sangro y caigo,
sangro y caigo,
sin parar, sin parar.

Del cero fui al uno
del uno al cien,
del cien al mil
y en el infinito me quedé
Si vuelvo, no volveré al cero,
volveré al uno otra vez
y del uno al infinito de nuevo.
Por eso no para de crecer,
pues no hay principio ni fin
en la espiral de mi perder.

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