sábado, 28 de noviembre de 2009

Alles Lüge

Paseaba por la calle una tarde de otoño. Las hojas de los árboles estaban esparcidas por todo el ancho de la acera. No podías caminar sin meter el pie en alguna montañita de estas. Sí, esas montañas que hacen los barrenderos para que luego nos metamos dentro a destrozarlas, pisotearlas y demás. Sinceramente no sé por qué hacen eso lo barrenderos, luego nosotros y el viento se llevarán las hojas a otro lado y la montañita ya no existirá. Aunque tampoco sé por qué ese empeño de meter el pie donde no nos llaman. Por diversión o porque la gente esta distraída, o porque es imbécil. Van con delirios de grandeza y luego pisan una de estas montañitas dejando una falsa sonrisa al barrendero, o hacen que no se dan cuenta. Serán falsos.

Pues bien, paseando por una de estas calles iba pensando en lo que estaba hablando antes, de los montículos de hojas y la gente que los aplasta. De repente me encontré a una pareja abrazada al lado de la parada de metro. Eran aún más falsos que las personas que dan patadas a las hojas. "Te quiero","Eres el amor de mi vida", un beso, "Siempre estaré contigo", risas, un abrazo. Me dolía bastante, ambos sabían que era una cosa efímera, pero sin embargo seguían recitándose palabras hermosas y acariciándose sus labios en un mismo compás. A parte de dolor sentía furia, odio tal vez. Me quedé mirándoles un rato, hasta que me miraron y se besaron otra vez. Parecía que habían leído mis pensamientos y se besaron para fastidiarme más. Que rabia.

Pasé de donde estaban, pero ellos estaban en mi mente, y lo que era peor, había gente como ellos en todas partes. Besándose y abrazándose en cada centímetro de la acera. Encima diciéndose mentiras para que se admiren cada uno aún más. "Eres guapísima""El otro día no pude dormir porque no pensé en ti". De repente me tropecé con un montón de hojas. Todas por los aires. Di una sonrisa al barrendero y seguí mi camino. La verdad es que no sé por qué lo hice.

Al llegar a casa no podía de quitar de mi mente a todas esas parejas, a todas y cada una de las personas que pasaban por la acera. Que falsas. Me tiré a la cama y rompí a llorar.¿Por qué todos aquellos sonríen mientras se abrazan y se besan?¿Serán mentirosos? Son unos falsos. Seguía llorando y abrazando a la almohada. De repente me acorde de alguien, la vi en mi almohada. Ella era la única que me quería, nunca me iba a mentir. Lástima que se fuese y su cuerpo sea la almohada. Ojala tuviese tu cabello y tus labios para besarlos. Cómo te quiero. De nuevo empecé a llorar al recordar todas esas parejas. Para ser parte de este mundo tienes que ser una copia de tu persona, una copia barata. Tienes que tener una chica guapa y simpática, y tú también serlo; tener una buena inversión en alguna cuenta corriente; tener un coche con el que presumir cuando vas por la calle; tener un montón de amigos a los que contar estas chorradas. Y sí no tienes nada de esto tienes que fingir que lo tienes. Crear una copia barata de lo que no eres para que te acepten. Sí no lo haces cuando pases por la calle en otoño te miraran mal.

Lo peor es que me pongo más triste al pensarlo. Desearía ser alguien dentro de esa acera. Ser al menos algo aproximado a una copia como aquellos, o tener algo como los otros. Suerte que te tengo a ti mi querida, nunca me separaré de ti.

1 comentario:

  1. Acabo de leerlo y no sé que decir, más bien no sé cómo poner todo lo que has inspirado con tus palabras (y luego la maestra soy yo eh??).

    Hablas del paisaje cotidiano en una sociedad que ha perdido valores; los jóvenes no los tienen y los adultos no son capaces de encontrarlos. Da pena sentir que si eres alguien con personalidad propia, una persona con esos valores, ya eres un bicho raro al que miran por la calle. ¿Merece la pena hacer de sí mismo una copia barata con tal de ser "aceptado"? Personalmente respondo con un rotundo NO.

    Sentirse desolado porque la única persona con la que quieres y desearías estar ya se ha ido, saber que a cada paso que das la sociedad te empuja a ser una imitación, ser consciente de todo esto nos hace diferentes y verdaderos. Ser verdaderos reconociendo fallos y aciertos, reconociendo que derramamos lágrimas como todos y que en el fondo de nuestros corazones sentimos que la gente se haya rebajado a no ser uno mismo.

    Sigue soñando, llorando y escribiendo; sigue siendo tú mismo, el chico al que conocí y del que me considera una gran amiga.

    ResponderEliminar